En más de una ocasión os he contado mis pinitos como director de juego de MERP y, más recientemente, de Star Wars d6. Rara vez me he visto en un papel que no sea el de director de juego, hasta el punto de resultarme extraño no estar en una mesa de rol tras la pantalla correspondiente.
Casi puedo contar con los dedos de las manos las veces en las que he podido interpretar a mi propio PJ.
Ante esta situación, en la que casi ni cato un PJ, se me antoja imprescindible que el grupo de juego rote el director de vez en cuando. Es una cuestión de higiene rolero-mental que sin duda beneficia por distintos motivos tanto a la mesa de juego como al director de turno:
No hay una sola forma de dirigir. Como bien sabéis, "cada maestrillo tiene su librillo". Su forma de dirigir, de encauzar a los jugadores por uno u otro lado, dando más peso a una vertiente u otra del juego de rol, diferencia de modo irremediable a unos directores de juego de otros. Así, los PJs se convierten en personajes multidisciplinares, que se adaptarán en su desarrollo y serán más ricos.