Tal día como hoy en el cada vez más lejano 2010, nacía este pequeño rincón dedicado a los juegos de rol. Tras seis intensos años de entradas de todo tipo, aquí sigo tratando de aportar algo de provecho a vuestras sesiones de juego, y aquí sigo contando mis batallas y partidas con incunables de todo tipo.
Hoy no quería dejar pasar la ocasión para agradecer la mucha o poca atención que este blog ha conseguido captar a lo largo de su más que considerable longevidad. Recuerdo todavía con alegría el primer comentario que recibí. Ciertamente, supuso una inyección de adrenalina que me empujó a seguir escribiendo de mis divagaciones sobre rol y mis experiencias más agradables con este pasatiempo. Cada vez que echo la vista atrás, veo lo que ha progresado el blog, tanto en maquetación de entradas como en la riqueza de los contenidos. Ni por asomo imaginé aquella tarde de abril que este pasatiempo para no aburrirme en las dos horas de comida del trabajo llegase a tanto.
Abordo ahora un tema delicado que habré tratado una y mil veces en el blog: a dónde se dirige todo esto. Ya me conocéis. No soy un sesudo teórico del rol, ni un experto en sistemas de juego. Me dedico a otra cosa, y me divierto con ello. Encuentro reconfortante hacer aventuras para dar rienda suelta a mi vocación frustrada (por el momento) de escritor, y disfruto todavía más cuando recibo un comentario de alguien que se ha divertido con una aventura escrita por mí. Sin embargo, cuando más disfruto es en una mesa de juego,ya sea dirigiendo, o como jugador. El blog, en cierta medida, permite compensar esa falta crónica de partidas presenciales.
No pretendo extenderme mucho más. Caverna de rol sigue.he logrado a lo largo de los últimos meses establecer un ritmo adecuado de publicación (una vez por semana, siempre en jueves) que no me crea demasiados esfuerzos ni contratiempos. En otra época, con tantos temas que abordar y con tan poco bagaje a mis espaldas y las del blog, era impensable no publicar dos o tres entradas por semana. Si hubiera seguido así, posiblemente hoy no me estaríais leyendo. Espero, por el bien de ese escritor que tengo encerrado, que la caverna siga ensanchándose.