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jueves, 14 de noviembre de 2024

Trabajo por hacer

Cuando la hija de Marg Krim nos reunió a los “cabecillas” de los distintos grupos que habían sido “invitados” a sus celdas, nos miramos los unos a los otros buscando explicaciones, y aliados. En aquella sala, con una mesa circular tan grande como permitía la estancia, había todo tipo de pykes velando por la seguridad de Marg, que no tardó en tomar la palabra.
 
- Hablaré en básico galáctico para que podáis entenderme todos – comenzó diciendo mientras que algún huttés expresaba su rechazo a estar en aquella situación. Su ímpetu fue aplacado con una sonora bofetada de un guardia pyke. 

Marg se tomó todo el tiempo del mundo en retomar su discurso. De manera pausada, casi ceremonial, se sirvió una especie de té especiado mientras ordenó a uno de sus secuaces introducir un holodisco en un proyector que había en mitad de la mesa. La imagen tardó en cargarse unos pocos segundos, aunque parecieron horas. Cuando lo hizo, pudimos ver una grabación de un robo de una sala acorazada. Parecía un grupo bien organizado de no menos de diez integrantes, con dos o tres rodianos, otros tantos humanos y algún Twi'lek. Marg se tomó nuevamente su tiempo para inspeccionar las caras de los que estábamos allí tratando de entrever alguna reacción que pudiera delatar a los presentes. 


- ¿Quién ordenó el robo? ¿Quién sabe dónde está lo que robaron? ¡Hablad! – ordenó mientras golpeaba la mesa con la culata de un bláster al ver que nadie tomaba la palabra. La taza de té se volcó derramando su contenido y dejando durante unos segundos el sonido de fondo del líquido derramándose en el suelo.

Las caras de desconcierto no tardaron en aparecer. Por suerte para mí, pude contener mi habitual verborrea. Aunque no conocía ningún detalle del robo (demonios, ni reconocía a los ladrones) decidí callar la boca por una vez. Por desgracia para él, un miembro del Alba Escarlata no fue tan cauto y comenzó a lanzar todo tipo de insultos a Marg y a amenazar con las represalias que tomaría su clan contra ella si no lo soltaban inmediatamente. El siguiente sonido fue el del bláster de Marg, que todavía humeaba cuando ese pobre desgraciado cayó al suelo. 

- Creo saber algo – se aventuró a decir Ellors Madak con bastante gallardía. – No soy el responsable – aclaró de inmediato mientras unos guardias gamorreanos a sueldo de los pyke retiraban el cuerpo del miembro del Alba Escarlata.
- Habla – dijo Marg secamente mientras le apuntaba con su bláster. 
- Supongo que estarás al tanto del robo de Canto Bight. Desde ese intento hay mucho caos entre los clanes “más respetables”. Por ello, hay algunos independientes que están tratando de sacar rédito de la situación. No sabía que tú fueras uno de sus objetivos – se apresuró a aclarar nuevamente Ellors Madak levantando las palmas de las manos – pero llegó a mis oídos hace cosa de un mes que en una estación imperial abandonada se reunieron algunos de esos independientes. 

La explicación de Ellors Madak prosiguió durante unos minutos más. Al parecer, la estación había sido abandonada por el Imperio porque había habido un ataque rebelde que les obligó a evacuar la misma. Con el trasiego de la guerra y la destrucción de la Estrella de la Muerte el Imperio tenía cosas más importantes que hacer que retomar el control de esa estación, o simplemente las tropas que estaban destinadas ahí habían sido requeridas para luchar contra la malvada Alianza Rebelde. El caso es que este relato convenció a Marg, que pidió más información a Ellors Madak sobre la ubicación de la estación. El piloto duro no supo decirle mucho más, pues la información que tenía no era completa, pero pudo dar la ubicación de tres estaciones que habían sido atacadas por la Alianza hace poco tiempo. 

- Si las inspeccionas podrás saber en qué estación está tu cargamento, salvo que se hayan desecho de él ya. 
- Tiene sentido. La baliza de localización de mi cargamento sólo podría ser inhibida por sistemas sofisticados de seguridad. 
- Bueno. Si me disculpáis, debería irme. Creo que ya se ha resuelto el asunto para el que nos habéis traído – dejé escapar. 
- Alto ahí, Rodgers. Me debes todavía el valor de aquel cargamento que echaste a perder – se apresuró a decirme Marg. 
- Eso fue hace mucho y, además, recuperaste lo invertido cuando se la jugué a los Hutt por ti. - Aquellas palabras no sentaron muy bien a los Hutt presentes, que gruñeron antes de que los noquearan y se los llevaran de nuevo a las celdas. 
- Te asigno esta misión, Rodgers. Te llevarás a Madak contigo, y me quedaré a varios miembros de tu tripulación como garantía de que vuelves. Te puedes llevar esa chatarra que llamas nave. 

La reunión acabó y los murmullos comenzaron. Estaba de nuevo enredado en un asunto sin pretenderlo. De nuevo, mi bocaza me había metido en un lío, o puede que fueran mis rencillas con Marg, o ambas cosas. En cualquier caso, tenía una deuda que saldar.

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