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martes, 22 de marzo de 2011

Los puertos grises

El recuerdo de Belegost todavía perduraba en mi corazón. Jamás me había sentido tan a gusto en unas cuevas excavadas por los enanos. Aquella antigüedad de la Primera Edad, que se respiraba a cada paso que uno daba en Belegost, tenía que ver sin duda alguna en ello. Sin embargo, ni toda aquella maravilla creada por los antepasados de Zanger habría de retenerme en aquella ocasión. Mi partida de la Tierra Media era definitiva.

Me acerqué por última vez a la Comarca con la mirada. Lejana, en el Este, se alzaba esa tierra de hobbits tan desconocida para la gran mayoría de los habitantes de la Tierra Media. Recordé días mejores en que la jovialidad de los medianos podía ser compartida por todos los pueblos. Aquellos días en los que la sombra de Sauron, al que maldigo, no había vuelto de las tinieblas en las que lo sumió Isildur. ¡Si tan sólo hubiera repelido el anillo! ¡Si tan sólo hubiera sido fuerte frente a la tentación del poder de aquella embrujada joya! Aquellos eran pensamientos fácilmente desechables. ¿Acaso los silmarils no hicieron mella en mi pueblo? ¿Qué no podía hacer el anillo en la débil voluntad de los hombres si los míos se vieron sumidos en una gran guerra por las creaciones de Fëanor?

Junto a mí estaba Zanger, así como el resto del grupo. No faltaba ninguno, pero reparé nuevamente en él. Nunca vi a un ser tan leal que no fuera elfo. “Hasta el último momento en que tus pies de elfo pisen esta tierra, estaré contigo” me prometió tiempo atrás. Y vive Eru que así fue. Todavía hoy me apena que no pudiera venir a vivir a Eldamar como ese enano que acompaña al príncipe de mi pueblo. Con semblante serio y triste por mi partida, aunque también por la de “¡Ese estúpido mago, por cuya marcha no lloraré!” como exclamó a los cuatro vientos antes de emitir un suspiro ahogado por las lágrimas, permaneció expectante sujetando su hacha tensamente.

Llegó a los puertos grises la nave que me llevaría a las Tierras Imperecederas. Se trataba de uno de los barcos mágicos de Círdan. Así, a bordo de una de las grandes creaciones de mi pueblo, abandoné junto al mago la Tierra Media a través del Camino Recto “Adiós, amigos míos. No lloréis por mí, pues marcho dónde debo estar” “¿Llorar por ti, elfo presuntuoso? ¡Ya volverás con el rabo entre las piernas a disfrutar realmente de lo que es vivir!” gritó Zanger nuevamente. Aquellas fueron las últimas palabras que escuché en la Tierra Media.

8 comentarios:

  1. Gracias Sendel. Ha sido un camino largo para Bindôlin, pero en algún momento todo elfo que se precie debe abandonar la Tierra Media, y Bindôlin no es una excepción.

    Un saludo.

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  2. Evidentemente Belerian te espera hermano, puede que tu cuerpo inmortal se marche, pero tu alma siempre estará con nosotros para luchar contra la oscuridad.

    Se la luz que ilumina el camino.

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  3. Buen "final" Bindôlin. Por cierto quería comentarte que si puedes te pases por el blog de la marca del este, hay un artículo muy interesante sobre una nueva línea de juego basado en las obras de Tolkien, aunque quizás ya este enterado jeejee. Parece que pinta bien, aunque como siempre hay que ser precavidos. Saludos.

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  4. Gracias por el aviso, Figu. Gracias también por comentar.

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  5. Quisiera matizar...

    No han sacado aún nada, se espera en meses, y... estará en ingles, así que a ese tiempo entre que sale o no sale proximamente le añades el que alguna editorial "puntera" compre derechos y se ponga a traducir, maquetar, impresión, etc.

    En resumen, aún nos queda...

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  6. Hola!
    Enhorabuena por este relato, es uno de los finales más bonitos y evocadores que he leído :)

    Por otro lado, comentar especto a The One Ring que pinta bien sí, pero hasta que no lo vea me sigo quedando con MERP. No se si es por nostalgia o porque me evoca muchas cosas, pero cuando pienso en aventuras en la Tierra Media no puedo concebirlo sin MERP :)

    Saludos!

    Estel

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  7. Gracias, Estel. Yo también soy algo escéptico con The One Ring. Es una buena noticia que salgan cosas nuevas como las que apunta Sendel aunque tengamos que tener paciencia para verlas. En todo caso, mi querido MERP seguirá estando ahí.

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