El sable del sith se precipitó contra el suelo. Al golpear la dura roca de la mina todavía humeaba. Katarn había logrado desarmar al sith con relativa facilidad, demasiada a decir verdad. Recogió el sable del sith del suelo, se lo colocó en el cinturón y ne dirigió la mirada sin dejar de apuntar su sable a aquel jedi oscuro.
- No soy jedi. No lo soy - me apresuré a decir todavía confundido.
Se hizo el silencio durante unos instantes que parecieron años. De repente, el sith comenzó a carcajear. Su risa, aquella tenebrosa risa, resonaba con fuerza gracias al eco de la mina.
- ¡Basta! - reaccionó irascible Katarn - Más vale que te expliques.
- Tu compañero es un jedi, aunque él no se acuerde. Sería demasiado pequeño para acordarse de sus días en Coruscant. Seguramente se cerró a la Fuerza para protegerse, pero ahora está volviendo esa conexión, ¿no es así? ¿Qué tiene en la mano? Seguro que tú mismo lo has notado, Katarn.
En aquel momento abrí la palma de la mano para ver el cristal Kyber que había encontrado. O me había encontrado él a mí. No sabría decir muy bien qué era cierto en ese momento.
- Rodgers, ¿dice la verdad?- me preguntó Katarn.
- No lo sé- le respondí - soy un contrabandista de Deralia. No soy un jedi. No soy un jedi...
Ya no sabía si aquel sith jugaba con nosotros o me estaba revelando un pasado oculto que ni yo mismo conocía. En cualquier caso, no tuvimos mucho más tiempo para pensar, ya que varios soldados de asalto comenzaron a atacarnos y Katarn y yo tuvimos que adentrarnos más en la mina para escapar del fuego. El sith hizo lo propio aprovechando la situación. Pronto nos tomaríamos de nuevo con él.
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