Tras FFVII y FFVIII, Square nos sorprendió garatamente con FFIX. Realizado en 2000, este fue el último juego de la saga que se lanzó para Play Station 1. FFIX nos sumerge en un mundo con gráficos de viñeta francesa que, la verdad, son muy pintorescos y originales. La historia que nos ofrece FFIX está bastante centrada en las Invocaciones, regalándonos escenas cinemáticas de gran calidad. De hecho, el comienzo del juego con el barco Teatro volando en Alexandria es bastante impactante.
Como ya os adelanté, en FFIX podremos disfrutar de un juego de cartas más desarrollado que en FFVIII. El juego, Tetra Master, es bastante entretenido, aunque el hecho de que cuando alcanzas el número máximo de cartas que puedes tener sólo puedas tener una carta de cada es bastante frustrante, ya que te obliga a eliminar cartas cada vez que juegas una partida. Aún así, te aporta un buen rato de diversión.
Los chocobo también son muy entretenidos. El sistema de búsqueda de tesoros, aunque se hace un poco pesado en ocasiones, es entretenido en muchos momentos. Las chocografías, sobre todo las del bosque y la ensenada, entretienen mucho una vez que coges cómo va el asunto. Tras unas cuantas horas picando por el mundo tendremos todos los tesoros enterrados aquí y allá. Además, eso de tener un chocobo que vuela también es muy curioso. Por ello, se puede decir que FFIX mejora con creces este apartado respecto a FFVIII y añade más alicientes que la cría de chocobos de FFVII, donde esencialmente estabas un par de horas corriendo en Gold Saucer, cazando chocobos y apareándolos.
Por último, una cosa que no sé si termina de gustarme o no en FFIX, es que cada personaje tiene un rol muy específico. El hecho de que Steiner y Yitán sean más propensos a los ataques físicos, o que Daga y Eiko estén muy centradas en la magia le resta importancia a algunos personajes a la hora del combate. Sin embargo, y sobre todo en comparación con FFVIII, FFIX es un juego interesante que merece ser rescatado más de una vez.
2 comentarios:
de igual manera cada de los personajes tienen un porque de sus habilidades y si sabes armar los equipos te percatas de que alguna habilidades son mejores que los personajes mas fuertes lastima que adquirirlas depende de perder algo de tiempo.
Otra cosa que me parece falto agregar fue el hecho de la llegada orfebreria ya que te obliga a obtener algunos objetos que anteriormente pudiste vender o descartar me parecio interesante la orfebreria y el hecho de que se mejoro el Limite a Trance de igual manera es espectacular.
La verdad es que el que los personajes tuvieran habilidades distintas aporta diferencias que en FFVII o FFVIII no había (salvo cuando se utilizaban los límites). Tienes toda la razón en lo que se refiere al tiempo en aprenderlas (Aunque subir materias en FFVII llevaba más tiempo, jeje)
La orfebrería, cierto. Se me olvidó comentarlo, aunque a veces te volvías loco para encontrar lo que necesitabas o, como bien apuntas, te tocaba lamentarte por haber vendido un objeto que considerabas prescindible. En cuanto a trance, no estaba nada mal (con esos colores incluidos), ya que podías atacar durante más tiempo con más fuerza (También se podía conseguir en FFVIII con Aura, auqnue era muy artificial, como dopar al personaje). Especialmente, me gustaba utilizarlo con Amarant, uno de mis personajes favoritos.
Gracias por tu comentario.
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