LLegamos guiados por Klos, el dúnadan de nuestro grupo. Todavía estaba reciente la pérdida de nuestro explorador hobbit en nuestros corazones, pero pronto la alegría brotó en ellos al escuchar las trompetas de plata recibirnos en el cielo. Alcé la vista para quedar maravillado con aquella tierra de hombres. Minas Tirith se llamaba y nada tenía de salvaje, pero no tuve más que reconcer que aquella fortaleza excavada en roca era magnífica. Eché la vista a Zanger y mis sopechas quedaron corroboradas. Mi querido enano no tuvo más que reconocer la magnífica construcción que se elevaba ante nuestros ojos "Mmp" musitó sin añadir más, pero en sus ojos brillaba el mismo fuego de admiración que resplandecía cuando hablaba de Moria.
- He aquí, amigos míos, mi hogar- dijo Klos, añadiendo a continuación- Consideradlo vuestro también, pues quien recorre la Tierra Media junto a un dúnadan también merece ser un hijo de Númenor.
- ¡Véamos qué nos depara este nuevo hogar entonces!- clamé con alegría.
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