jueves, 12 de enero de 2017

Regalos navideños: Final Fantasy XV

Hace tiempo, allá por el año pasado os hablé en unas pocas líneas de FFXV. En aquella entrada reconocía la posibilidad de caer en las garras de Square Enix una vez más. Pues bien, no he caído exactamente, pero hoy os hablo de mi único regalo friki de estas pasadas fiestas: FFXV. Esta no es una compra compulsiva,  ya que la culpable de que me haya pasado unas 80 horas frente a la tele jugando las aventuras de Noctis y compañía es mi mujer. Desde aquí un momento para el aplauso y el agradecimiento.


Entrando al tema, y sin querer que esta entrada sea muy larga, os doy unas pinceladas de lo que me está pareciendo FFXV. La nueva obra de Square Enix nos pone en la piel de Noctis, el heredero del trono de Insomnia. Junto a él tendremos que manejar a Prompto, Gladiolus e Ignis, guardias reales y amigos del protagonista. Sin ánimo de arruinar la trama, pronto se tuerce la idea inicial del grupo y empezamos a enfrentarnos a una difícil situación para Noctis. 

El sistema de juego, superados los turnos propios de la saga, es muy similar a juegos como Rogue galaxy, cuya banda sonora también me viene a la mente en FFXV. Así, tendremos que ser relativamente ágiles en la batalla y poner la atención que en antiguas entregas de la saga era innecesaria. Aún así, también tenemos la posibilidad de optar por el sistema táctico de batalla, más similar a la saga clásica, pero que empasta mal.

Cada uno de los personajes se especializa en un arma, que puede ser acompañada por una secundaria. En el caso de Noctis no hay restricciones de las armas que puede llevar, y le añade magias que, almacenadas en viales, pueden equipararse en cualquier personaje. El sistema, bastante similar a otros juegos de Square Enix, se completa con técnicas de cada personaje, en la línea de los límites de FFVII.

Vayamos a la mecánica general. Como todo Final Fantasy, éste nos ofrece un vasto mundo que recorrer en el que tenemos infinidad de misiones secundarias de todo tipo: explorar sitios,  recuperar objetos, encontrar animales o minerales, o abatir monstruos. Este último tipo sigue el mismo esquema que las cacerías de FFXII, aunque se podría mejorar permitiendo la batida de varios monstruos a la vez. La mecánica planteada exige acabar con un monstruo y notificar su muerte para poder aceptar otro encargo. La cantidad de misiones secundarias es desmesurada pero aporta el contenido que de otro modo faltaría en el juego. Para que os hagáis una idea, hay un trofeo que se logra con la friolera de 80 misiones secundarias. Os puedo decir que hay misiones para dar y tomar una vez completadas esas misiones.

Tenemos, como no podía ser de otra forma, elementos clásicos de la saga. Por ejemplo, no podían faltar los chocobos, que nos permiten recorrer distancias largas en poco tiempo. Por otro lado, no podía faltar un personaje llamado Cid, que nos ayuda a mejorar nuestras armas. Está acompañado por su hija Cindy, a la que le podían haber puesto algo más de ropa porque, seamos sinceros, se les ha ido de las manos el vestuario.


Una de las piedras angulares del juego es el uso del Regalia, un coche en el que recorreremos el mundo y que en ocasiones hace que el juego se vuelva algo lento. Si bien con el tiempo cabe la posibilidad de hacer desplazamientos rápidos con él, lo habitual es que nos pasemos de aquí para allá gran parte del juego.  


Otro aspecto importante a tener en cuenta es el paso de las horas. A medida que jugamos, el sol sigue su curso. Así, podemos jugar el alba, al amanecer, al anochecer... Todo esto es importante porque hay determinadas misiones, sobre todo las de batidas de monstruos, que sólo pueden hacerse en determinados momentos del día. Esto aporta una buena dosis de realismo al juego, pero a veces provoca quebraderos de cabeza para acabar determinadas misiones.

Voy ahora con un punto importante. Cada personaje tiene una afición que reporta beneficios al grupo. En el caso de Gladiolus esa afición es la exploración, que permite encontrar objetos tras la batalla. Esta afición se desarrolla explorando y caminando, lo cual es bastante agotador. En el caso de Prompto su afición es la fotografía. Cada vez que descansamos, lo cual es un paso necesario para asimilar la experiencia ganada, salen a relucir las fotos que ha hecho a lo largo de la jornada previa al descanso. Esta afición plantea alguna misión secundaria para hacer fotos y alimentar el álbum del grupo. La gestión del álbum, que alberga un máximo de 150 fotos, podría mejorar a la hora de borrar varias fotos de una vez.


Ignis tiene una afición interesante y muy beneficiosa: la cocina. Comer determinados alimentos reporta beneficios al grupo, como más vida, ataque o resistencia a estados alterados. Para poder tener más recetas, hay que comer en restaurantes y bares, comprar o descubrir ingredientes, o leer recetas. Saber qué comer en cada momento es vital para el devenir del grupo. Un dato curioso es que si descansas en hotel, no comes pero ganas más experiencia. Para alimentar al grupo, y a los chocobos, hay que descansar en santuarios. Esto de los santuarios es tan Final Fantasy pre Play Station que dan ganas de llorar de nostalgia.

Noctis tiene la pesca como afición. Es un sistema de pesca similar al de Assassins Creed Pirates, y se hace entretenido. Incluso, tiene misiones secundarias vinculadas a esta afición, que me parece un gran acierto del juego.


Como os comentaba, hay que descansar para asimilar la experiencia. Además de eso, hay puntos de habilidad (PH) que se gastan en habilidades de todo tipo. Las habilidades están separadas en grupo y entre ellas se incluyen algunas que permiten obtener PH por acciones como pescar o ir en el Regalia. Al principio del juego, por no disponer de este último tipo de habilidades, hay que estar fino a la hora de cómo seleccionar las habilidades. Con posterioridad, esto empieza a carecer de importancia por sumar mucho PH de manera rápida.

Voy concluyendo con temas menores pero que me han llamado la atención. La banda sonora puede incorporar temas de las versiones antiguas de Final Fantasy. Así, en las tiendas compramos bandas sonoras de FFVII, FFVIII o verdaderas reliquias de la era previa a play station. También hay otros homenajes encubiertos, como libros de cocina de Quina. Esos detalles me tienen ganado.

Y ya concluyo, reservándome la opinión sobre la historia principal para una futura entrada. El juego me parece bueno, con la ya habitual e ingente cantidad de misiones secundarias que nutren de contenido a los Final Fantasy post Square. A ver qué me deparan las próximas ¿80? horas de juego.

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