Hace unas semanas os di mis primeras impresiones de FFXV.
Eran unas cuantas líneas fruto de un considerable esfuerzo de unas 80 horas, y
hoy, unas 10 ó 15 horas de juego más tarde, ya he terminado la historia principal,
y sólo me quedan dos trofeos de PS4 por ganar. Aquí está mi impresión final del
juego con Spoilers.
Os contaba en la anterior entrada que llevaba unas 80 horas
de juego. Eso me situaba en el capítulo 8 de 15, y me había parecido que el
contenido de FFXV era enorme. Tal vez por eso, pensaba en que me quedaban
muchas horas por jugar. Tal vez, otras 80. Sin embargo, Square Enix nos
regala un acelerón que nos deja perplejos.
Desde donde dejé la anterior entrada, el paso de un capítulo a otro se hace casi sin solución de
continuidad hasta llegar al final. Ciertamente, se les ha ido la mano con el
ritmo del juego a última hora. Echando la vista atrás, no creo que las
misiones de la historia principal den para más de 45 horas. Eso, para un Final
Fantasy, no es mucho. Pero repito, lo que choca es ese acelerón final. No entiendo como
puede pasarse de cero a cien en tan poco tiempo.
He podido disfrutar el juego porque me he pasado misiones
secundarias para aburrir, he aumentado las aficiones de los personajes a 10, he
obtenido todas las armas de los reyes... Pero habría agradecido un ritmo de juego
en el que no se precipitase todo a última hora. Os explico un poco a qué me estoy refiriendo.
Gran parte del juego se basa en obtener el favor de los
sidereos. Bajo este nombre se engloban los en su momento llamados Guardian Force, Invocaciones, etc... El objetivo de Noctis es ganarse su favor para erradicar a los cadentes (demonios) que pueblan el mundo. Cuando llegamos a Venecia Altissia en busca del favor de Leviatán, la historia se precipita. Es aquí donde ya tenemos identificado al antagonista del juego, que no es otro que Ardyn, donde muere Lunafreya de un modo sospechosamente similar a Aeris (sí, esto es así, ya os decía que había Spoilers) y donde Ignis (mi personaje favorito de largo) se queda ciego.
A partir de este momento, el juego asume un ambiente más oscuro, aunque no sé si eso era necesario, y se vuelve loco. No paramos de pasar Capítulos, y llega un punto en que te preguntas si no te estarán tomando el pelo. Especialmente tedioso y falto de interés me pareció un Capítulo en el que estamos buscando a Prompto. Finalmente, y tras ganar el favor de todos los sidereos necesarios, el mundo se sume en la oscuridad. Ahí va la otra perla final: Noctis se tiene que sacrificar para que vuelva la luz. Square le ha cogido el gusto a matar personajes principales. Empezó con Tidus, si no tenemos en cuenta el infame Final Fantasy X-2, siguió con Vanille y Fang, y ahora tenemos éstas. Cuando abusas de un recurso, lo terminas quemando.
Cuando acabas la partida, el juego no lo hace. Se abre la posibilidad de nuevas misiones (o seguir con las que hayas dejado). Esta costumbre, que ya viene de lejos, no me convence. O acabas, o no lo hagas. En otros juegos también se repite esto, como en AC Syndicate, pero tal vez ahí me encaja mejor porque todo se basa en cargar recuerdos. Algo parecido ocurre en FFXV para justificar este esquema, pero creo que no empasta bien. De todos modos, y como os decía, nada nuevo. Todavía me acuerdo de mi cara cuando se expandió el cristarium en FFXIII tras la batalla final. Por si fuera poco, se abre la posibilidad de una Partida+, que ni siquiera es más difícil que la inicial. De hecho, es una suerte de modo "extra fácil" porque conservas avances de la primera partida.
Desde luego, aún me quedan cosas por hacer, aunque no muchas. Me quedan un par de trofeos de PS4 por lograr (no son precisamente complicados), llegar a nivel 99, y acabar batidas de caza. Este FFXV no me ha parecido, ni con mucho, de los más complejos. Extenso, sí, pero por las misiones secundarias.
Voy concluyendo. Puedo decir que FFXV me ha gustado, pero no quedará entre mis favoritos. Es un juego que se desarrolla en dos fases diferenciadas. La primera, con bastante libertad, y que lleva al capítulo 8, me gustó mucho. Explorar, lograr tesoros, mejoras, las aficiones de los personajes o esos campamentos con sabor a SNES es genial. También los homenajes a anteriores entregas de la saga con las BSO, o el libro de cocina de Quina con los que puedes aprender recetas merecen mi reconocimiento. Sin embargo, la segunda fase, desde el capítulo 9 en adelante, me parece atropellada, oscura y casi hecha con desgana, me dejan mal sabor de boca. No os diré que mi opinión de FFXV es peor que la que tengo sobre FFXII o FFX-2, pero está más cerca de esas entregas de lo que sería deseable.
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