viernes, 4 de octubre de 2024

Los restos de Númenor

Permitidme que desde las Tierras Imperecederas os dirija nuevamente la palabra. Es curioso cómo es inevitable echar la vista atrás y recordar episodios de mi estancia en la Tierra Media. No es de extrañar tampoco, pues allí nací y allí he vivido la mayor parte de mi existencia. Aunque mucho os he hablado de mí, creo no haberos hablado nunca antes con el sufiente detenimiento de Gilglin, mi madre.

Las palabras en élfico, lengua Ent o de los hombres se quedan cortas para describir el amor que tenía hacia Genodat y a mí,  y también se quedan cortas las palabras de aliento que recibimos de ella cuando los dos éramos a penas unos imberbes elfos de cien años que teníamos prácticamente vetado explorar el Bosque Negro.


Entre las principales preocupaciones de nuestra madre estaba que tanto Genodat como yo tuviéramos el mayor conocimiento posible de las Edades antiguas. Y una de las lecciones que repetíamos con más asiduidad es la de la caída de Númenor.