viernes, 28 de febrero de 2025

Un acierto de cada Final Fantasy al que he jugado

Vuelvo a la actividad del blog con una nueva entrada sobre una de las sagas más queridas de esta casa: Final Fantasy. Hace unas semanas dediqué unas cuantas líneas a identificar un error de cada uno de los juegos de la saga a los que he jugado. Hoy, hago justo todo lo contrario, señalando un acierto de cada uno de esos juegos. Al igual que entonces, en esta lista me limitaré a los juegos de Play Station, pues meterme en los de NES me parece demasiado. Allá vamos. 

Vamos con el primer gran reto: destacar algo bueno de lo peor: FFXII. Si he de quedarme con algo sería, dejadme pensar un poco (¿Por qué me meto en estas mierdas? ¿Qué hago ahora? ¿Qué decir de este juego?). Bueno, digamos que lo mejor del juego es Balthier, un personaje con carisma (si acaso el único del juego) que destaca entre tanta mediocridad.

De FFXVI, última entrega hasta la fecha de las que he jugado, también es complicado destacar algo realmente reseñable, pero si hay algo va en línea con lo mismo que he comentado del anterior juego: me quedo con (SPOILER ALERT) Cid, pero el original. 

Vamos con FFVIII. Con carácter general es un juego que me gustó, así que no debería ser complicado destacar algo positivo, o al menos eso podría pensarse. El sistema de extracción de magia era bastante rompedor en su momento y, si se gestiona adecuadamente, puede simplificar mucho tu experiencia con este juego. Por tanto, me decanto por esta cuestión. 

LLegamos a FFXV, donde destaco especialmente la originalidad de esas primeras partes del juego donde vamos con el grupo por la carretera en esa mezcla de JPOP (¿existe eso?) y peli americana de carretera que conviven bastante bien. Pues bien, al hilo de esto, me resulta especialmente gracioso el desarrollo de los platos por Ignis, mi personaje favorito del grupo.

Llegamos a mi amado FFVII. Podría decir que prácticamente todo es bueno y no mentiría, pero vamos a destacar algo en particular que a mí siempre me gustó. Puedes pasarte el juego sin abusar de magias o de invocaciones y que, siempre que es posible, trato de trasladar a otros Final Fantasy. De hecho, la primera vez que acabé con Arma Esmeralda prácticamente ni usé invocaciones. 

Vamos ahora con FFXIII. De este juego destacaré la belleza de los escenarios del Inframundo (curiosamente), aunque sólo podemos disfrutar de ellos cuando hemos avanzado mucho en la historia. Puede parecer poca cosa (a lo mejor lo es) pero ahí queda.

Con FFX lo tengo claro: vamos a jugar a Blitzball. La cantidad de horas que habré echado a este juego vanagloriándome de mi propia habilidad en el mismo. Por cierto, todo lo que no sea jugar exclusivamente con los Besaid Aurochs y Tidus es faltar al respeto al deporte...

FFIX es un juego con una preciosa estética que merece ser alabada. Tal vez peque de un exceso de infantilización, pero no por ello debo dejarla a un lado. Parte de mis obras favoritas de ficción, tanto literarias, como el Hobbit, como cinematográficas, tienen un importante enfoque infantil.

Cierro con una mención honorífica, porque no he llegado a pasarme el juego. FFX-2 tiene un sistema de combate distinto al que nos ofrece FFX, como ya anticipé en la entrada anterior. Cierro con eso, que ya es decir bastante de este juego...

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