Nuevamente he dejado algo descuidado el blog, pero bien está una espera si es buena, y espero que os guste esta entrada que nos lleva nuevamente a una de las sagas favoritas de la casa: Final Fantasy. Vaya por delante que esta es la primera de las entradas que haré sobre Final Fantasy Rebirth (en adelante FFR), ya que es un juego que da para mucho análisis. Vamos allá, avisando de que hay spoilers de este juego y de Final Fantasy VII Remake.
Como sabéis, FFR es la continuación de Final Fantasy VII Remake. En aquel juego, que queda en unas pocas horas comparado con FFR, terminábamos toda la trama de Midgar con un grupo formado por Cloud, Tifa, Aeris, Barret y Red XIII, aunque éste último no pasaba de ser un personaje secundario cuyo manejo queda por entero al juego (por suerte, es un "error" corregido en esta entrega, aunque más delante se repetirá con Vincent y Cid). Pues bien, como bien sabréis, la historia sigue en Kalm, la cercana ciudad a Midgar donde el grupo se reúne para escuchar la historia de Cloud. Si bien a lo largo de FFR vemos algunos cambios de guion, esta primera parte, o al menos la historia de Cloud, tiene bastante similitud con el FFVII original.
Pero dejamos de lado el detalle de Kalm. Tras abandonar esta ciudad podemos movernos por primera vez con libertad y vemos un fascinante mundo lleno de vida en la zona de las praderas, en lo que es el capítulo 2 del juego. Eso es una de las cosas que más me maravilló, pues en FFVII original este paseo duraba un suspiro. Sin embargo, en FFR ya empezamos a ver desde el principio la ingente cantidad de contenido que atesora. En esta zona veremos viejos conocidos de Final Fantasy VII Remake, y muchas tareas que nos acompañarán a lo largo del juego: paradas de chocobos, encargos, informes de viaje, etc. Sin embargo, dejad que me detenga en dos minijuegos: Fuerte Cóndor y Sangre de la Reina.