Hoy en la caverna publico una nueva aventura para El Anillo único: aventuras al borde del Yermo. Como bien sabéis, se trata de un juego publicado en España por Devir, y que se ambienta en el mundo de Tolkien.
La nueva aventura que presento hoy se titula La ruta del comercio, y sigue un formato y estética muy similares a las tres aventuras que ya publiqué para el juego que nos ocupa. Por supuesto, La ruta del comercio pronto acompañará a estas aventuras en la página de material del blog para El Anillo único.
jueves, 27 de noviembre de 2014
jueves, 20 de noviembre de 2014
Criticando Assassins Creed
El título de la entrada de hoy es bastante
significativo pero no os dejéis engañar, no todo van a ser palos a Ubisoft. Muy
al contrario, me declaro gran seguidor de la saga Assassins Creed. La entrada
de hoy no es ni mucho menos el resultado de una pataleta ni de un encuentro
desafortunado con una entrega de la saga. Muy al contrario, he jugado a todos
los Assassins Creed sacados hasta la fecha en PS3, e incluso estoy
jugando ahora a uno en PC.
Entremos ya en el tema que nos ocupa. Vaya por delante
que puede haber algún que otro aspecto de la trama que os revele (los llamados
spoilers), así que no me pidáis cuentas si os enteráis de algo que no
deberíais. Os pongo en situación. Assassins Creed parte de la historia de
Desmond Miles, un camarero estadounidense que es secuestrado por Abstergo, una
multinacional que está presente en múltiples productos cotidianos. Desmond es
conectado a una máquina llamada Animus que, a través del ADN, es capaz de
indagar en las vidas de sus antepasados. De este modo, Desmond descubre que sus
ancestros pertenecían a una Hermandad, la de los Asesinos, que se enfrentan
desde tiempo inmemorial a los Templarios, representados en la actualidad por
Industrias Abstergo. La idea de los Templarios es obtener una serie de objetos
de gran poder para dominar el mundo. De una u otra forma, los antepasados de
Desmond han tenido acceso a dichos objetos.
La primera entrega de Assassins Creed comienza en las
cruzadas, con el personaje de Altaïr Ibn-La´Ahad, un asesino criado en el seno
de la Orden y que es de los más efectivos y precoces en su cometido. El
juego, si me preguntáis mi opinión, peca de repetitivo: subir a
una atalaya, rescatar a un ciudadano, robar un objeto... También eché en falta
algo de variedad en las armas. Sin embargo, no puedo decir por ello que sea
malo. Para mí fue una grata adquisición, y muestra de ello es que seguí jugando
a las posteriores entregas. Obviamente, como toda primera entrega tiene cosas
mejorables, como la facilidad con la que te atacan los guardias.
Assassins Creed II nos pone en la piel de Ezio Auditore, asesino obligado por las circunstancias, que nace en Florencia a mediados del siglo XV. Esta entrega de la saga es, creo yo, la que más mejora a su predecesora. Se incluyeron múltiples aspectos novedosos que incluían una mayor variedad de armas, una riqueza de escenarios que, para aquellos que hemos tenido la suerte de ir a Florencia, Roma y Venecia, hace que se te salten las lágrimas (con eso no estoy diciendo que la ambientación de Assassins Creed I sea mala, ni mucho menos). También era novedoso ver literalmente nacer a Ezio, cómo afronta la pérdida de su padre y sus hermanos, y se ve abocado a una vida muy diferente de la que hubiera llevado.
Sigo con datos positivos, como la reconstrucción de Villa Auditore, la
colección de plumas de Petruccio (algo tedioso de lograr, pero que me atrae más
que los estandartes de la primera entrega), las colecciones de arte y, en
general, la estética del juego. Incluso, las misiones experimentan un
incremento considerable de dificultad, con mención especial del llamado por mí
"barquito del infierno", una de las misiones de los caciques de
Savonarola. Por supuesto, también están ahí los glifos para profundizar en la
historia de la actualidad con Desmond. Todos estos elementos mejoran con mucho
la anterior entrega, haciendo que el juego sea menos repetitivo que el I.
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miércoles, 12 de noviembre de 2014
Mi última visita al poney pisador
Proseguí mi camino hacia el Oeste, observando los últimos coletazos de la Guerra del Anillo. Aquí y allá mucha gente me miraba con desconfianza, como si un elfo fuera un peligro después de lo que había azotado a la Tierra Media. En otras ocasiones, tan pronto como me veían aparecer, muchos pensaban que estaba huyendo de los orcos. Nada estaba más lejos de la realidad, pues la gran batalla en la Puerta Negra había permitido al portador del anillo concluir su misión.
Proseguí hasta las inmediaciones de Bree. Aquella siempre me pareció una ciudad hostil. Todavía hoy, en la calma de las Tierras Imperecederas, me estremece recordar a algunos sujetos que me encontré en sus calles: gentes de mal vivir, pillos, ladronzuelos, pero también hobbits viajeros y, en el mejor de los casos, algún elfo que buscaba el Oeste.
Cuando llegué aquella última vez al Poney Pisador me invadió una extraña sensación. Por un momento sentí tristeza por no ver más a Mantecona. El tabernero había envejecido en demasía, incluso para vuestra humana mortalidad. No me reconoció, no porque yo no hubiera estado allí antes, sino porque su memoria empezaba a fallar. Me senté en un rincón y pedí una jarra de vino especiado.
La gente entraba y salía montando jaleo. Al parecer estaban comentando cómo los hobbits habían expulsado el mal de sus propias tierras. Incluso, se hablaba de la muerte del mismo Saruman a manos de su más estrecho secuaz. Presté atención a cada detalle de la posada, tratando de atesorarlo en mi memoria. Sabía que eran mis últimos momentos allí, y no tardé en reparar en cuatro hobbits que parecían celebrar el próximo matrimonio de uno de ellos.
Apuré mi jarra de vino y pedí una habitación a Mantecona, que sólo entonces pareció acordarse de mí y de mis gustos.
- ¡Ah! La habitación de la ventana que da al Oeste, ¿no? Creo que ha tenido suerte, ¿señor...?
- Filadut- le respondí. Acto seguido subí las escaleras y llegué a la habitación. Al contrario que Mantecona, no había cambiado un ápice.
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viernes, 7 de noviembre de 2014
Misión para X-Wing: Ataque suicida
Hoy amplío horizontes en la caverna con un material completamente nuevo. En esta ocasión, lejos de deleitaros con módulos de Star Wars d6, El Anillo único, MERP o MAoS, os dejo una misión para X-Wing, el juego de miniaturas de Fantasy Flight Games comercializado en España por Edge.
Como pronto apreciaréis, la aventura consiste en tratar de reeditar el asalto a la Estrella de la Muerte por los rebeldes, con especial atención a lo que ocurre momentos antes de la explosión de la misma. Por ello, veréis que las naves rebeldes tienen bastantes más puntos de escuadrón que las imperiales, que estarán auxiliadas por torretas que disparan en cada turno, y contarán con el beneficio de tacar a distancia 1 de modo continuo. He intentado no sobrecargar mucho los componentes necesarios para jugar a esta misión. Con la caja básica, el TIE avanzado y el Halcón Milenario basta para poder jugarla.
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lunes, 3 de noviembre de 2014
Aliados inesperados
Volví a la Valley tan pronto como me fue posible. Por fortuna, las tropas del Imperio no habían saqueado nada importante, al menos a primera vista.
Examiné con cuidado el compartimento de carga. Desde el primer momento me percaté de que la idea de Kate de dejar parte del cargamento de whisky había sido brillante. Los soldados de asalto, demasiado interesados en la bebida, no se habían molestado en investigar más allá de lo evidente.
Me acerqué a unas cajas viejas apiladas y me subí a ellas para acceder al falso techo de la sala. Comprobé que la carga no había sufrido daño alguno, y me preparé para la reunión.
- No me fío de él- se apresuró a informarme Jayne.
- Lo sé. Por eso estás aquí- repliqué.
No era la primera vez que trataba con cazarecompensas, pero aquello no lo hacía más fácil. Gente sin honor, que sólo responde al dinero. Llegar hasta mi nave no sería problema para él, sobre todo con los imperiales buscando contrabando en las cantinas.
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Rick Rodgers
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