Fue la cosa más rara que he visto hasta el momento en mi vida. No, no me refiero al hecho de que los soldados de asalto del Imperio tengan una pésima puntería y pudiésemos quitarles los trajes para infiltrarnos en el palacio del gobernador. Eso me pareció hasta normal, dentro de lo que debe considerarse habitual en la vida de un contrabandista. Lo raro vino después, cuando quitamos a los soldados de asalto los cascos y Fett hizo lo propio con el suyo. Uno de los soldados era idéntico a él.
- Te dije que les sonaría mi cara, pero no creo que haga falta que nos volvamos a quitar los cascos- me dijo mientras se ponía el casco blanco y escondía su equipo.
No sabría decir si me sentía más extrañado o aterrado por lo que acababa de ver. Ciertamente, había escuchado muchos rumores sobre un sujeto que había servido de patrón para el ejército de clones de la Antigua República, pero jamás pensé que Boba Fett fuera ese patrón.
Tan pronto como me puse el traje de asalto, entendí un poco la razón de por qué los soldados imperiales no acertarían a un Rancor en un pasillo de tres metros de ancho. Ciertamente, ver algo con ese casco era harto complicado. Sin embargo, si todo salía bien, no haría falta desenfundar los blásters.
Tras un largo camino por los anchos pasillos del palacio, llegamos a un sector con varios ascensores tubulares. Fett y yo nos miramos. No hacía falta vernos las caras para resaltar que aquello no encajaba con la información que nos había dado Kate.
- Se supone que el acceso a la torre D estaba aquí- dejé escapar en voz demasiado alta.
- Debéis ser nuevos- replicó otro soldado.- La torre D se cerró la semana pasada por una explosión. Toda la actividad se ha pasado a la torre central.
En esta ocasión me contuve y dejé que toda mi desesperación se quedase en mi garganta. Tras agradecer la información, Fett y yo buscamos la ruta a la torre central. Aquello sí que iba a ser complicado, no como robar los trajes que no dejaban ver...
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