Este ha sido un verano intenso en lo lúdico. No, no he jugado arol, como viene siendo costumbre desde hace mucho más de lo aconsejable. En cambio, sí he recuperado algunos viejos videojuegos que tengo en mi ludoteca. Los que más me leéis os podréis imaginar que entre esos juegos no podía faltar FFVII y, siguiendo un poco el golpe de nostalgia, FFIX. Cuando os dejéis de dar golpes en la cabeza contra el teclado y hayáis decidido seguir leyendo, os diré que la experiencia de empezar juegos una y otra vez me parece atractiva. Es como empezar un nuevo proyecto, con todo por hacer, pero con muchos retos por delante. Así ha sido, y no creo que sea la última vez que reinicie esos dos juegos.
Más allá de eso, he vuelto a retomar The Witcher. He subido algún nivel que otro del juego, y empiezo a manejarme bien con las tácticas de combate, inventario y demás. Ha costado lo suyo, pero ahí está. El problema es que mi PS4 empieza a dar signos de agotamiento, justo cuando ya ha pasado el periodo de garantía... Así pues, continuar con este juego depende en gran medida del rendimiento de la maquinita de marras. Mi PS3, en cambio, sigue dándolo todo con un excelente nivel de rendimiento, y a pesar de haberse comido innumerables horas de Assassins Creed y de otros juegos (sin ir más lejos los que comentaba al principio).
En fin, una pequeña pincelada para esta semana. La semana que viene podré dar cuenta de algunas adquisiciones que han caído en mis manos...
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