La semana pasada os hablaba por segunda vez de Sombras de guerra, y hoy os traigo la tercera dosis de este juego con un avance mayor. Ya estoy a punto de finalizar, con más de un 90 por ciento terminado y poco más por hacer. He completado los coleccionables y buena parte de los trofeos.
He llegado a la parte del juego en la que se produce propiamente dicha la guerra que lo titula. Esta fase consiste en una suerte de oleadas en las que las fuerzas de Sauron atacan las fortalezas que previamente has conquistado. La idea, que no me parece mala, es algo repetitiva. Cada oleada supone defender entre dos y tres fortalezas de los ataques de los orcos.
El problema es que no defiendes una fortaleza una sola vez, sino que la misma fortaleza es atacada en distintas tandas, por lo que estás continuamente defendiendo el mismo territorio. Como os comentaba, resulta del todo repetitivo. Además, la conquista por los orcos no tiene mucho sentido, pues basta que te maten para conquistar la fortaleza. Siendo así, casi da igual qué orcos adeptos tengas. Uno podría pensar que por mucho que maten a Talion, tus adeptos podrían resistir la fortaleza, pero el juego no va por ahí.
Si mueres, vuelves casi al punto de partida: te toca matar o dominar a todo los caudillos para desactivar las defensas de la fortaleza y, una vez hecho esto, debes conquistarla. Aquí viene la parte absurda de la reconquista de la fortaleza: tardas un buen rato en limpiar la fortaleza de caudillos, pero si los conviertes a todos en adeptos la toma de la fortaleza es casi automática porque ningún caudillo defiende la fortaleza. Sólo resta matar al señor de la fortaleza, lo cual tampoco es fácil. En definitiva, me parece mucho trabajo para lo que realmente importa, que es matar al señor de la fortaleza.
En fin, amigos de la caverna, ando un poco desencantado con este remate del juego. Aún así, como no podía ser de otro modo, seguiré en la pelea.
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